miércoles, 12 de diciembre de 2018

USTED PUEDE SER FASCISTA (Y NO SABERLO)


Sí, usted: un respetable padre familia casado o divorciado; usted, una esforzada trabajadora que a diario aguanta tonterías y también recibe alegrías de clientes, compañeros o jefes; o tú, que se te encoje el estómago cuando tienes que entregar un trabajo a tu profesor o leerlo ante tu clase.

Porque la condición de fascista, mire usted, no la elige uno libremente. No es como ser socialista, liberal, democristiano o comunista. La condición de fascista se te asigna señalándote con el dedo mediante unas declaraciones a una revista, a la radio o incluso desde La Sexta. Y por supuesto, si además de señalarte como fascista pueden pegarte o señalarte para que alguien lo haga, la asignación del título quedará mucho más redonda y completa. Por resumir: no eres fascista porque libremente quieras serlo o porque tu ideología se asimile a ninguna otra, sino porque alguien dice que lo eres.

Pero claro, normalmente esa cualidad de designar, señalar y acusar no se la ha otorgado nadie al acusador; ni siquiera la ha obtenido por méritos académicos o por escalafón: sencillamente, te acusa de fascista quien quiere complicarte la vida. Y esto es debido a que, una vez señalado y debidamente acusado, hay barra libre para pegarte, amenazarte y acosarte a ti o a tu familia. Bueno, lo cierto es que si ese acoso se debe a que “eres un fascista”, entonces no es un acoso, es un “escrache” ¿Y que es un escrache? Pues en realidad el vocablo no tiene entrada en el diccionario de la RAE, pero viene a significar lo mismo que acoso, solo que la víctima es un “fascista”.

Y dirá usted que soy un exagerado, puesto que usted sabe perfectamente lo que es el fascismo, quién es un fascista y quién no lo es. Y probablemente tenga usted razón. Por ejemplo: un fascista sería aquél que quiere derribar por la fuerza un sistema constitucional, democrático y legítimo; mientras que un demócrata sería aquél que lo defiende. Un fascista sería aquél que utiliza la violencia como forma de obtener sus objetivos políticos, mientras que un demócrata se sirve solamente del voto y la palabra; Un fascista sería aquél que pone su territorio por encima de cualquier persona; mientras que un demócrata cree que los derechos son de los individuos y no de los territorios. Un fascista sería aquél que se ampara en su manada y en símbolos como uniformes, desfiles de antorchas o banderas; mientras que un demócrata cree que quien tiene una opinión debe defenderla pacíficamente y, sobre todo, no imponérsela a nadie. Un fascista es aquél que se desgañita gritando y pidiendo la horca para quien hace algo que no lo le gusta, y calla como una oveja muesa cuando uno de sus camaradas hace o dice exactamente lo mismo; mientras que un demócrata juzga los hechos y no a las personas: el corrupto es corrupto y el maltratador es maltratador, sean del partido que sean.

Hasta aquí, puede que estemos de acuerdo. El problema viene cuando son los que se autodenominan demócratas y anuncian que quieren cargarse la Constitución, los que acusan a alguien de fascista. O incluso cuando declaran solemnemente la “alerta anti fascista”. El problema viene también cuando los que utilizan la violencia sistemática y organizada para conseguir sus fines, te llaman fascista. O cuando los que quieren echar de su territorio a los que no piensan como ellos, te llaman fascista. También es un problema que se organicen desfiles con banderas, botas y uniformes paramilitares, para intimidar a los “fascistas” y todo el mundo calle la boca. Incluso me parece un problema que se organicen algaradas intentando romper la cabeza a los “fascistas” que se manifiestan pacíficamente, y la policía proteja a los agresores. Tampoco es un problema menor que los que pertenecen a un partido nacido de una banda de asesinos, ladrones y secuestradores, te señalen como “fascista”. Cuando todo esto sucede, pueden ocurrir dos cosas: o estamos viviendo una absoluta esquizofrenia, o estamos mirando para otro lado y negándonos a ver la realidad.

Pero vamos, que igual son solo cosas mías. Es que uno es un poco exagerado y después de todo, quién soy yo para juzgar a nadie…

miércoles, 28 de noviembre de 2018

No pido perdón


No, señor. No pido perdón ni tengo por qué pedirlo, ni tengo intención de hacerlo.

No pido perdón por la Historia de mi país, entre otras cosas porque ni yo estaba allí ni me cabe ninguna duda de que en la Historia de España se han cometido errores, equivocaciones y ha habido fracasos, como en la Historia de cualquier país, ni más ni menos. Pero tampoco me cabe duda de que el saldo es más que positivo: que quinientos millones de personas hablemos el mismo idioma y tengamos la misma cultura y la misma Historia, no puede considerarse ningún fracaso. Que ignorantes, indocumentados y acomplejados me vengan ahora a contar lo de los saqueos y los asesinatos en América, no me indigna, me da pena. Y me la da puesto que es lo único que te puede inspirar un ignorante. Un ignorante es quien no sabe que el Derecho de Gentes, base del futuro Derecho Internacional se creó en la Universidad de Salamanca, donde el Emperador tenía que escuchar cómo se cuestionaba su derecho de conquista. Un ignorante es también quien no sabe que la Leyes de Indias de Isabel la Católica, prohibían expresamente cualquier mal trato a los indios. Y un ignorante no sabe que la temible Mita, institución por la que las poblaciones indígenas aportaban un cierto número de trabajadores a las minas, era anterior a la llegada de los españoles. Sí, una de esas maravillosas  costumbres que los españoles arrebataron a los indios. Como los sacrificios humanos o la esclavitud. Pero lo que es más  importante, cuando un ignorante acusa a mis antepasados de haber hecho todas esas cosas a los indios, siempre contesto lo mismo: los míos no, los suyos. Los míos se quedaron en España. Porque vamos, con perdón, manda huevos que un tipo que se llame Castro, Chaves, Mújica, Correa o Morales hable de los españoles como algo ajeno a él. Que el 10.45% de la población mexicana, llegando al 58.96% en Yucatán y al  47.65% en Oaxaca sean indígenas;  que el 41% de los guatemaltecos sean indígenas; que  lo sea el 62,2% de los bolivianos; incluso el 3,43% de los colombianos, el 9,95% de los chilenos (solo mapuches) y el 3,3% de los argentinos, no parece indicar ningún genocidio. Es más, me temo que esas cifras se dispararían si incluimos a los mestizos, cholos o coyotes, mulatos, moriscos (mezcla de mulato y europeo), zambos y castizos. Lo curioso es que si existen todas esas mezclas, es posible que sea porque los españoles sí se mezclaban con los indios. Ahora deberíamos preguntarnos que pasó en el Norte, donde derriban las estatuas de Colón.

No pido perdón por ser hombre. Me avergüenza, me indigna y saca lo peor de mí, cualquier maltrato o incluso cualquier falta de respeto a una mujer, tanto como al que más. Pero eso no es porque me tenga que avergonzar de nada, sino porque ya me lo enseñaron mis padres cuando nací; cuando me dieron esa educación tan machista y tan retrógrada, de la que ahora abominan los que nunca la tuvieron. Entonces el que levantaba la mano a una mujer no era un maltratador, era un chulo, un cobarde y un hijo de la gran puta. Como ahora, por otra parte. Y no, no hacía falta que en los anuncios de la televisión, el hombre fuera representado con un pánfilo o un panoli sumiso, que obedece admirado las sabias decisiones de su mujer. No hacía falta que el Código Penal discriminase a nadie por razón de sexo, imponiendo distintas penas según el autor del delito fuese hombre o mujer. Porque además, al contrario que a usted, también me avergüenza, me indigna y saca lo peor de mí, la violencia contra las personas mayores, contra los niños y contra los hombres. Y además, creo que esa violencia debe ser castigada exactamente de la misma manera, sea ejercida por quien sea ejercida y contra quien sea ejercida.

Tampoco pido perdón porque los que ahora se declaran gay friendly,  no hace tanto les insultaran, se rieran de ellos y les pegaran palizas. Jamás hice nada de eso, jamás le reí la gracia a quien lo hacía y jamás repetí ciertos chistes para hacerme el gracioso. En cambio, sí conozco a muchos que lo hacían y ahora te insultan porque son ellos los mejores defensores de la igualdad. Un defensa paternalista de la igualdad que la hace más bien poco creíble. Ya se sabe, la fe del converso.

Porque, mire usted, no todos somos iguales. La única igualdad que nos obliga a todos es la igualdad ante la Ley: nadie puede ser juzgado de forma distinta por su condición sexual, su sexo o su origen. El gay es gay y yo no lo soy, ni eso le hace mejor a él, ni me lo hace a mí el no serlo. Sencillamente respeto su forma de ser y de vivir, espero que él respete la mía y no tengo nada más que añadir. La mujer es mujer y yo soy hombre: ni eso le hace superior a mí en nada, ni acreedora de mejores derechos que los míos, ni yo tengo que pedir perdón por nada que nunca haya hecho. Ni por supuesto, ceder mi puesto en una lista electoral o en una oposición, por lo que nadie lleve o no lleve entre las piernas. El ecuatoriano es ecuatoriano y yo soy español: y las circunstancias que tuvieron lugar hace más de doscientos años para que ese señor y yo tengamos hoy día distinto pasaporte, no me obligan a rendirle pleitesía ni a pedirle perdón por nada. Así que, insisto en lo dicho: no pido perdón ni tengo por qué pedirlo.

martes, 13 de noviembre de 2018

La Santa Inquisición


Es característica común de los lectores de este blog, ser lo que vulgarmente se llama gente muy leída y muy escribida. Por eso, creo que en la mayoría de los casos serán innecesarias las explicaciones que voy a dar a continuación. Y es que, solamente el título de este artículo pondrá en guardia a mucha gente. Gente cuya única formación histórica proviene de las películas de Hollywood, con las demoledoras consecuencias que esto tiene. Porque aunque a usted le parezca mentira, la Santa Inquisición no se creó en España sino que existió mucho antes en todo el resto de Europa. Aunque a usted le parezca mentira, la Santa Inquisición no se creó para perseguir a pobres campesinos incautos, acusándoles de brujería y quemándolos en la hoguera, sino para mantener la pureza ideológica dentro de la propia Iglesia, siendo el principal objeto de sus pesquisas los propios curas y monjas. Y esto es debido, entre otras cosas, a que la pureza doctrinal del Cristianismo era la base sobre la que se sustentaban TODOS los reinos europeos, y no solo Castilla. Cualquier desviación suponía una desestabilización de todo el sistema. En consecuencia, el fin de los procesos inquisitoriales no era torturar y quemar vivo a nadie, sino hacer retractarse públicamente al relapso de su falsa fe. Porque aunque usted no lo crea, tanto las instrucciones sumariales como los interrogatorios inquisitoriales, eran infinitamente más benignos que cualquier interrogatorio de un tribunal civil. En cualquier parte de Europa insisto, aunque como siempre, en España quisiéramos ser más europeos que nadie. Es más, en la instrucción de un sumario, se transcribían literalmente las palabras del reo, cosa que ni siquiera hoy día se hace. Y lo que a usted todavía le costará más creer: era el propio pueblo quien, en muchos casos, buscaba el amparo de los tribunales eclesiásticos ante la presencia de sujetos extraños o de doctrinas ajenas a su fe, a la que consideraban la Única Fe Verdadera. Después de todo, como digo, era la base teórica sobre la que se sustentaba su vida, su trabajo, su familia y su patrimonio.

Pues antes de que alguien pida mi cabeza, mis dos orejas y no me atrevo a decir qué más, debo aclarar que todo esto no lo escribo con el fin de defender nada ni a nadie que no necesita ser defendido, sino con un fin meramente comparativo. Sería absurdo negar que un sistema cuyo fin era “proteger” a la gente, no diera también lugar a abusos, atrocidades y arbitrariedades, cómo no. Eso es lo que tiene poder usar la fuerza ¿Qué similitudes encuentra usted en la actualidad con la Santa Inquisición? ¿Ninguna? ¿Seguro? El Índice era la lista de libros prohibidos por el Santo Oficio; y aunque usted tampoco se lo crea, la Comunidad Foral de Navarra acaba de publicar un índice de canciones prohibidas en los colegios de Navarra, algunas tan subversivas como Sin ti no soy nada de Amaral. El fin último de la acción inquisitorial era la autocensura de cualquier opinión que pudiera resultar una desviación doctrinal. Que ningún autor se atreviese a decir o a escribir nada que no fuera políticamente correcto. Atrévase usted si puede, a escribir que “…siempre los cariñitos me han parecido una mariconez…” Recientemente Ana Torroja se ha retractado públicamente de haber cantado (pero no de haber cobrado) eso hace unos años. Ni siquiera de haberlo escrito, que es de José María Cano. O atrévase a cantar El Blues del Esclavo en la función de fin de curso de su hijo, a ver qué pasa.

Pero siendo grave la incitación a la autocensura, resulta mucho más preocupante que los actuales inquisidores, así como sus párrocos desde los púlpitos de las redacciones, inciten a perseguir, apalear y denunciar pública o anónimamente a los falsos conversos y a los erasmistas: cualquier denuncia anónima por sospechas de violencia verbal en casa de un vecino, y solamente si es de un hombre sobre una mujer, legitima a la policía entrar en el domicilio sin requerir prueba ni autorización judicial alguna. Cualquier denuncia de una mujer contra un hombre por violencia, sea verdadera o falsa, supone la pérdida de todos los derechos individuales y de la tutela judicial efectiva de este. Por supuesto, ni hablamos de que usted sea acusado por una alumna suya de haberle violado de pensamiento y/o palabra. Ni tan siquiera de haberle mirado con ojos libidinosos. En los dos casos puede usted despedirse de su carrera y probablemente de su familia, porque puede pasar una larga temporada en la cárcel, aporte pruebas o no las aporte la suspendida.

Y por supuesto, mucho ojito con lo que usted escribe respecto al dogma del Clima: como a usted se le ocurra siquiera cuestionar que “el clima está cambiando”, prepárese a no volver a publicar nada en su vida. Ni por lo más sagrado se le ocurra a usted siquiera preguntar en qué, por qué, respecto a qué y desde cuando está cambiando el clima, porque todas sus obras pasarán inmediatamente a formar parte del Índice. Como todo el mundo sabe, la ciencia que estudia el Clima es la única que no utiliza el método deductivo sino el inductivo: no se contraponen datos empíricos y se llega a una conclusión; se establece una conclusión a la que hay que llegar aportando o desechando datos, sin necesidad de demostrarlos. Esto es cierto porque lo ha dicho el Santo Oficio y nada más, y si lo han dicho por algo será, que ellos entienden mucho de esto. Punto.

Por último, como conclusión, decir que la Santa Inquisición no hubiera podido subsistir durante tantos siglos si no hubiera sido por el apoyo entusiasta y las denuncias de aquéllos a los que decía proteger. Si no hubiera sido porque los que se sentían protegidos por ella no hubiesen colaborado acusando, sembrando insidias o sintiéndose más defensores que nadie de la Auténtica Fe ¿Pero quién ha dicho que la Santa Inquisición ya no existe?

Y no solo en Castilla…

viernes, 29 de junio de 2018

JUGARSE LA VIDA


Seamos sensatos: hace un siglo, tú desembarcabas en Buenos Aires o en Nueva York y nadie, repito, nadie te ponía una sola pega para que te buscases la vida allí. Ahora, eso sí, tampoco nadie te ponía casa, colegio, sanidad gratis ni una pensión para que vivieras. ¿Por qué nosotros sí ponemos todas esas cosas a todo el que llega? Muy sencillo: los despreciamos tanto -yo no, pero los piadosos de subvención, sí-, que consideramos que si no los mantenemos, ellos jamás serán capaces de buscarse la vida. Es más, yo creo que a muchos que nunca han tenido un discurso claro ni una ideología debidamente sistematizada, se les caerían todas las estructuras de su discurso. Diría de su discurso político, pero el buenismo no tiene nada que ver con la Política. La Política es una actividad muy respetable, de la que se han ocupado personajes tan “poco” relevantes como Platón, Aristóteles, Descartes o Maquiavelo. Es sencillamente el arte de organizar la convivencia, de administrar los bienes comunes para evitar que se produzcan abusos. La organización de la Polis.
El problema, es que preferimos que se mueran de hambre en sus lugares de origen, donde no les vemos, que en nuestras calles. Si se mueren allí, nos da igual: ojos que no ven, corazón que no siente. Pero si se nos mueren aquí, amigo, eso nos da un poco más de repelús. En consecuencia, hay que dar casa, educación, sanidad y una pensión a todo el que consiga desembarcar en nuestras costas. Esto, por supuesto, a costa de encomendar la defensa de nuestras fronteras a una Guardia Civil a la que pedimos que se juegue el tipo a diario para protegerlas; y a la que dejamos -con perdón- con el culo al aire cuando alguien consigue burlar su protección. Nuestra protección. Yo tampoco tendría duda: entre jugarte la vida cruzando el mar y si llegas, tener la vida garantizada; o saber que si te quedas en tu orilla, tu destino será morir de hambre, de asco o que te coman los perros, la decisión es bien sencilla.
Pero claro, la Economía que es tozuda, explica que no se puede multiplicar indefinidamente el dinero. Que si tú tienes un remanente de cien porque has producido doscientos cincuenta, no puedes repartir más de cien. Eso además, sin tener en cuenta que ese remanente, en buena lógica, debería ser para garantizar la supervivencia de quien lo ha producido. Pero en fin, no seamos egoístas: impidámosles que lleguen, pero si consiguen llegar, renunciemos a nuestros ahorros para compartirlos. Parece un poco de locos, pero no pienso oponerme al Discurso de los Valores Obligatorios. Que luego dicen que digo, oiga.
Solo una pregunta tonta ¿No sería más justo dejarles entrar y que se buscasen la vida como mejor pudieran? Por supuesto, con un mínimo vital garantizado, pero teniendo en cuenta que cuanto mayor fuera ese mínimo vital, menos gente podríamos admitir. Que además, a medida que se fueran instalando, estabilizando y asentando pudiesen ir accediendo a mayores prestaciones, entre otras cosas porque esas prestaciones también saldrían de su trabajo. No sé digo yo... Además, no me parece que hubiera muchos muertos de hambre hace un siglo en Buenos Aires ni en Nueva York.

viernes, 8 de junio de 2018

QUID PRODEST?

¿A quién beneficia? "Quid prodest scelus, is fecit". En latín, "Aquel al que favorece el crimen es quien lo ha cometido". Quien sea aficionado a las novelas policíacas, sabrá que es la primera pregunta que debe hacerse cualquier investigador que se considere digno de tal nombre. Y quien sea aficionado a seguir los artículos de este humilde blog, sabrá que ni la Política ni las profecías suelen entrar entre los temas a debatir. Sin embargo, a veces es fácil dejarse llevar por la corriente, y después de una intensa semana de sobresaltos, uno no puede dejar de echar su cuarto a espadas. Solo por el placer de apostar, solo por el placer de poder decir “eso ya lo dije yo”. De menos nos ha hecho Dios…

En cuestión de días y hasta de horas, hemos visto cómo un ciudadano que no hace más de seis meses estaba en la oficina de empleo, ha llegado a la Presidencia del Gobierno de España. Aparentemente, en un movimiento de una audacia sin límites, Pedro Sánchez descabalgado del Poder a un Mariano Rajoy que, veinticuatro horas antes, celebraba la aprobación de unos Presupuestos que le garantizaban una legislatura tranquila. ¿Cómo ha podido entonces dejarse apuntillar en mitad de la plaza como un manso? Quid Prodest? Veamos:

Mariano Rajoy termina de aprobar, con gran sacrificio de votos entre sus seguidores, unos presupuestos que como hemos visto, le garantizan dos años de tranquilidad hasta el final de la legislatura. Apenas le plantan la moción de censura en el Registro del Congreso, tarda horas en saber que el PNV, decisivo para su aprobación, y beneficiario de sus inversiones a pesar de sangría de votos, se va a decantar a favor. En lugar de negociar, se encierra con su guardia pretoriana en torno a dos botellas de Johnnie Walker, y comete la absoluta falta de respeto al pueblo español de no comparecer en una moción de censura contra él. A pesar de que por tres veces el ponente Pedro Sánchez le ha dicho por la mañana, con luz y taquígrafos, “dimita usted y en este momento retiro la moción”, no se molesta ni en contestar. Es más, aguanta hasta la votación para perderla y que Pedro Sánchez acceda a la Presidencia. El Partido Popular, después de seis años de Presidencia de Rajoy, está sufriendo una sangría de votos imposible de cauterizar: negociación con ETA, seguidismo de Zapatero en este asunto y en otros de ingeniería social y, sobre todo, la gestión del golpe de estado en Cataluña, con una aplicación light del artículo 155 de la Constitución. Esto es, para poner inmediatamente un gobierno que le libere de su obligación de restaurar el orden constitucional en Cataluña. La inmensa mayoría de esos votos, se está yendo a Ciudadanos.

El PSOE, por su parte está sufriendo también una sangría de votos en dos direcciones: sus votantes más radicales se han ido a Podemos, un partido que se vende como más ilusionante para el votante de izquierda y, sobre todo, más pendenciero contra la derecha recalcitrante. La realidad es que a base de ordeno y mando y de machete venezolano, Pablo Iglesias sabe que ha tocado techo y que nunca va a superar el techo de Izquierda Unida, a quien ya ha fagocitado. Aunque está a punto de superar al PSOE, lo que en algunas encuestas ya ha conseguido, este tiene que reaccionar para volver al statu quo del bipartidismo. Y Pablo se conforma. Después de todo, hay que pagar las letras del apartamento. Pero la gran sangría socialista de votos, harta de una oposición condescendiente y de un reparto descarado de puestos en ayuntamientos y autonomías, va hacia -ya lo ha adivinado usted- Ciudadanos.

Los nazis, tanto los catalanes como los vascos, están en un momento dulce en el que tienen al estado opresor contra las cuerdas, gracias a años de política de cesión y apaciguamiento, y parece que solo les falta dar el golpe de gracia. Este bien podría ser un levantamiento general en cualquiera de sus formas, una campaña de internacionalización del problema, frente a la inactividad del Estado o la exigencia de más cesiones a cambio de paz, como siempre han hecho. Solo tienen un problema: en caso de que vayamos a unas elecciones generales, todas las encuestas dicen que ganaría el único de no debe ganar. El único que ha demostrado que no solo no se debe negociar con separatistas, sino que además se les puede ganar en las urnas ¿Quién es? Exactamente, Ciudadanos.


En los dos años que nos quedan de legislatura -que nadie se piense que va a haber elecciones antes-, vamos a ver a un PSOE extremadamente moderado, dialogante y conciliador, que hará como que hace, pero no aprobará una sola medida, ni a favor ni en contra de los nazis vascos y catalanes; a un PP extremadamente pendenciero, agresivo y defensor de las esencias constitucionales, con muchos aspavientos y mucho jaleo mediático. A lo mejor, hasta le vemos encabezar manifestaciones a favor de las víctimas del terrorismo. Esas a las que tanto desprecia. Y a unos nazis periféricos gritones y amenazantes, pero más mansos que el borreguito de Norit. Y es que no solo hay que recuperar a los votantes perdidos, es que como “nos roben” el centro, todos tenemos muchísimo que perder. Todos lo sabían, todos callaron. Quid Prodest?

miércoles, 16 de mayo de 2018

Tambores de guerra

Esta es la expresión con que, de manera inocente, solemos referirnos a las situaciones prebélicas. Digo de manera inocente, porque de alguna manera la expresión perece señalar, más a situaciones de película de Hollywood que a situaciones reales. Y es que, en casi ningún caso, el día que comienza una guerra alguien sabe que la guerra está comenzando: Si a cualquier polaco le hubieran dicho el treinta y uno de Agosto de 1939, que al día siguiente se iba a despertar con la Wehrmacht desfilando por delante de su casa; y que después se iba a organizar otra guerra de escala planetaria, como la que habían sufrido apenas veinticinco años antes, es posible que hasta se hubiera reído. Por increíble que parezca, en España el Gobierno de la Segunda República no declaró el estado de guerra casi hasta el final de la misma.

Entre 1991 y 2001sucedió lo que a todo el mundo le parecía absolutamente impensable, cual era que tuviese lugar una guerra dentro de Europa. Una guerra o varias guerras, que sería lo más correcto para definir lo que ocurrió en Yugoslavia. Sin embargo, todavía  a estas alturas de la Historia, de esta Historia que ya no se estudia en los colegios, podemos decir que más del noventa por ciento de los europeos realmente ignora lo que allí ocurrió. Y por eso, puede que se repita. Tras la muerte del Mariscal Tito, las tres comunidades que hasta entonces habían convivido en Yugoslavia sin problema alguno, serbios ortodoxos, croatas católicos y musulmanes; más kosovares de origen albanés y macedonios de origen griego, pero principalmente los primeros, emprendieron una escalada nacionalista sin precedentes desde la Primera Guerra Mundial. Nadie, insisto nadie, se hubiera creído que las cosas iban a llegar hasta donde llegaron. Es más, los europeos occidentales, tan comprensivos y tan bien pensantes, “entendían” que hubiese fricciones entre distintas comunidades. Unas fricciones que nadie entendería entre bávaros y renanos, entre alsacianos y loreneses, entre galeses e ingleses o entre normandos y bretones. Pero claro, nuestra superioridad moral sobre los países recién salidos del socialismo… Todo el mundo vio con cierta incredulidad y cierta curiosidad los discursos de Slobodan Milošević llamando a la expulsión de croatas y musulmanes de Serbia. Luego, las arengas de Radovan Karadžić en Bosnia Herzegovina, pidiendo ayuda a sus hermanos serbios para matarlos. Después vinieron el cerco a la ciudad desarmada de Sarajevo, donde los francotiradores serbios cazaban literalmente a la población civil: serbios, croatas y musulmanes que querían convivir en paz, como habían hecho siempre; y a Srebrenica donde se habían refugiado los perseguidos, para matarlos de hambre. Cuando ya la comunidad internacional -no la europea- decidió intervenir mandando cascos azules a Srebrenica, les ofrecieron el edificante espectáculo de sacar a las mujeres y a los niños y fusilar en masa al resto de la población hambrienta, desarmada y desesperada. Ante la mirada impasible de los cascos azules, por cierto.

No existe el nacionalismo moderado. En primer lugar porque el nacionalismo no es ninguna ideología sino un sentimiento: no existe un solo teórico político ni filosófico del nacionalismo, entre otras cosas porque este, como digo, no es más que la exacerbación de un sentimiento. Un sentimiento que en cada caso puede ser manipulado a placer: la demanda de un territorio perdido; la de un imperio perdido; la ofensa ancestral por una invasión, la venganza por una antigua represión… En todo caso, el nacionalismo siempre busca un elemento de cohesión como puede ser una historia común, una tradición común, una religión común, un territorio común, un lenguaje común o varias de esas cosas a la vez.

Y lo que es más importante, el nacionalismo siempre es expansivo y violento. Puede hacerse pasar, estratégicamente y durante un tiempo, por una fuerza pacífica, democrática y no violenta. Dentro de casa, segregará a la población entre “los nuestros” y “los de fuera”, a los que hay que someter, marginar, culpar de todos los males y, si se resisten, perseguirles. En esas circunstancias, irá recabando tanto poder como le sea posible, exigiendo siempre un poco más. Pero llegará un momento en el que sus exigencias se hagan insostenibles y por supuesto, la culpa la tendrán “los de fuera”. En ese momento, toda persecución, amenaza o acto violento se justificará como defensa propia. Propia, por supuesto de los que mandan, pero los que obedecen se someterán con gran docilidad con tal de no ser considerados “de fuera”. Es un mecanismo psicológico infalible. Lo que sucederá en adelante está más que estudiado y demostrado cien veces, no solo en Sarajevo y en Srebrenica… Que la comunidad internacional lo vea como una peculiaridad propia de cada territorio, suele anunciar que nadie, repito nadie, ni en Europa ni en el resto del mundo va amover un solo hombre, una sola arma ni un solo dólar por venir a echarte una mano. Y si no, pregunte en Sarajevo.


Por último, una precisión semántica: un patriota es aquél que está dispuesto a dejarse matar por su patria y por los derechos de todos; un nacionalista es aquél que está dispuesto a matar por sus privilegios. Podemos seguir mirando hacia otro lado y no hacer nada, pero es cuestión de tiempo. 

jueves, 5 de abril de 2018

JAQUE A LA REINA

No me gustaría iniciar con este artículo un  debate entre república y monarquía. Creo que eso toca en otro capítulo, y yo ya me he manifestado en artículos anteriores a favor de la segunda opción. Tan respetable como la primera, por cierto. Menos aún volver a debatir sobre el eterno argumento de que “yo le pago…” Naturalmente que le pagas. Le pagas como a cualquier jefe de estado, sea presidente, rey o dinastía republicana como los Castro, los Kim o tantos otros de Hispanoamérica. La diferencia es que aquí la soberanía la compartes tú con otros cuarenta millones de españoles; y en esos otros casos, ellos no la comparten con nadie. No existe un solo estado en el que su jefe pague a los demás por serlo. Le pagas para que te represente y eso es justo lo que debe hacer, que para eso cobra. Tampoco sobre si “yo no le he elegido”. Tú no lo has elegido porque está elegido en un conjunto de normas básicas, a las que se tienen que adaptar las demás normas que rijan en España, y que se llaman Constitución. Si cada cuatro años tuviéramos que ratificar los ciento sesenta y nueve artículos, nueve disposiciones transitorias y una final de la Constitución, tú no tendrías tiempo para hacer otras cosas. Y menos aún para pensar. Por eso la Constitución contempla un mecanismo para reformar cualquiera de sus normas, incluida la Monarquía. Solo es cuestión de leerla, entenderla y seguir el procedimiento acordado. No parece tan difícil.

Aunque uno no es experto jugador de ajedrez, sí aproveché los desvelos de mis maestros nacionales, de la ignominiosa época en que los maestros enseñaban en lugar de adoctrinar, para aprender algo de tan pedagógico juego. Y una de las jugadas más apasionantes del ajedrez, es cuando tiene lugar un cara a cara entre reinas. Cuando una reina se planta frente a la otra y cuando ambos jugadores, saben que quien gane ese desafío tiene prácticamente ganada la partida. Después de todo, la reina es la pieza más operativa y letal de todo el tablero. Es la última pieza antes de derribar al rey.

Por supuesto, nadie leerá un insulto a la Reina, escrito por mí en ninguna parte. Pero eso no quiere decir que apruebe rebañegamente todo lo que se le ocurra hacer o decir a cualquier miembro de la Casa Real. Menos aún si lo que  hace o dice es una falta de respeto a la propia Casa y, en consecuencia, a todos los españoles. En todo caso, si yo expreso mi desaprobación aquí o en cualquier otro lado, lo haré siempre desde el más absoluto respeto. Para mí, como he dicho, la Monarquía es la institución que me representa y que le representa a usted, independientemente de lo bien o mal que me caigan sus miembros. Si les insulto a ellos, le estoy insultando a usted también; si usted les insulta, me está insultando a mí. Y si insulta al Presidente de la República de Francia, está insultando a todos los franceses. Tan fácil de entender y tan difícil de explicar… Sin embargo, aquí la primera que ha faltado el respeto a la Reina de España, paradójicamente ha sido la otra Reina de España. Si eso mismo lo hubiera hecho Mariano Rajoy, Pedro Sánchez o Albert Rivera ¿opinaríamos lo mismo? De Pablo Iglesias ni hablamos, por supuesto. Pues todos ellos, nos gusten o no nos gusten, encarnan una institución tan importante como la Corona, que es la soberanía popular. Tan importante como la figura del Rey y por supuesto muchísimo más importante que la figura de la Reina o de “Iñaqui” Urdangarín.


Cuando algo está mal hecho, está mal hecho, Háyalo hecho quien lo haya hecho. Y no criticarlo no es lealtad, es servilismo. Y por supuesto, ¡Viva el Rey!

jueves, 8 de marzo de 2018

La huelga de Su Eminencia

Su Eminencia Reverendísima el Cardenal Arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha declarado respecto a la supuesta huelga feminista de hoy, día 8 de Marzo de 2018, lo siguiente: "Lo comprendo, claro (que las mujeres hagan huelga). Hay que defender sus derechos. Lo haría también, lo hace también de hecho, la Santísima Virgen María". Debo entender que lo que Su Eminencia Reverendísima afirma acerca de María Santísima, es lo que la Santa Madre Iglesia cree, defiende y recomienda a sus fieles sacrificarse hasta la muerte por defender. Pues veamos, porque para este (mal) católico el tema tiene su importancia. Después de todo, se juega uno la Eternidad, de manera que lo primero que tengo que hacer es saber qué es lo que apoya nada menos que la mismísima Madre de Dios. Y para ello, nada como ir a las fuentes, es decir, leer el manifiesto de la huelga:

-      Nos precede una larga genealogía de mujeres activistas, sufragistas  y sindicalistas. Las que trajeron la Segunda República, las que lucharon en la Guerra Civil, las que combatieron al colonialismo y las que fueron parte en las luchas anti-imperialistas.” Alguien debería recordar a Su Eminencia Reverendísima y a la Santa Madre Iglesia que representa, lo que ocurrió con curas, monjas, fieles, profesores y alumnos de colegios católicos y seminarios, durante la Segunda República y la Guerra Civil.

-      “Nuestras edades son todas y nos sabemos lesbianas, trans, bisexuales, inter, queer, hetero…” Nada que objetar por mi parte, excepto que no sé qué parte tienen las trans en este manifiesto: si son mujeres recicladas en hombre y no tienen derecho a hacer esta huelga; o si son hombres reconvertidos en mujer y sí lo tienen. Espero que Su Eminencia Reverendísima me explique su posición respecto a este embrollo, que sin duda será la misma posición que la de la Santa Madre Iglesia y por supuesto la de la Virgen María.

-      Denunciamos la represión sobre quienes encabezan la lucha por los derechos sociales y reproductivos” Esto debe ser lo que Su Eminencia Reverendísima y la Santa Madre Iglesia entienden por el dogma de la Virginidad de la Virgen María. Después de todo, quedar encinta sin haber conocido varón, no es otra cosa que luchar por sus derechos sociales y reproductivos: cada una se queda embarazada como quiere, claro.

-      Señalamos y denunciamos la violencia sexual como expresión paradigmática de la apropiación patriarcal de nuestro cuerpo, que afecta de modo aún más marcado a las mujeres migradas y a las trabajadoras domésticas.” Aunque en ningún caso acusaría al Casto José de violencia sexual, ni de apropiación patriarcal del cuerpo de nadie, líbreme Dios, entiendo que Su Eminencia Reverendísima se vea concernido por la condición de migrante y trabajadora doméstica de la Santísima Virgen María. Todo un gesto de solidaridad, de esa solidaridad que tanto gusta a nuestra Conferencia Episcopal. Tanto como para que haya quitado su puesto a la Caridad entre las Virtudes Teologales que antes eran Fe, Esperanza y Caridad. Ahora la Caridad no se nombra, pero la solidaridad no se les cae de la boca.

-      Reivindicamos que el trabajo de cuidados sea reconocido como un bien social de primer orden, y exigimos la redistribución de este tipo de tareas.” Acabáramos, Eminencia. Todo el trabajo de los misioneros asesinados, de la Hermanas de la Caridad cuidando a los seropositivos cuando ni los médicos los querían cerca, y de los cientos de años de los hospitales de San Juan de Dios, no valían nada para la Iglesia, hasta que Nuestra Madre la Virgen María decidió apoyar la huelga feminista de hoy. Y por supuesto, no eran actos heroicos inspirados por la Fe sino una obligación social. Bien.

-      En Catalunya estamos viviendo una escalada de la represión: cargas policiales el 1 de octubre con denuncias de agresiones sexuales. [] Por ello, denunciamos la aplicación del Artículo 155 de la Constitución española y exigimos su inmediata suspensión.” Pues aquí sí que va a tener que explicar bien Su Eminencia Reverendísima cómo llega a la conclusión de que la Virgen María apoya esto. Para mis cortas entendederas, la mentira y la calumnia -y denunciar agresiones sexuales que no existen, es calumnia- se compadecen mal con el Magisterio de la Iglesia. Y mucho más con la Naturaleza Divina de María Inmaculada, pero no sé si Su Eminencia Reverendísima y la Iglesia cuyo Magisterio ejerce, lo verán de otra manera. Vaya, que no veo yo la relación entre defender la unidad de España (por cierto, la tierra de María Santísima) y ser un criminal. Puedo estar equivocado pero gracias a Dios, para corregir mis veleidades ha ungido el Espíritu Santo a Su Eminencia Reverendísima y al resto de la Santa Madre Iglesia.

-      Exigimos la despenalización total del aborto, incluyendo a las menores de edad, así como su legalización y cobertura gratuita en el sistema de la sanidad pública. Repudiamos cualquier tipo de injerencia en la decisión de las mujeres sobre nuestros cuerpos. ¡Nosotras parimos, nosotras decidimos!” Ahora sí que lo entiendo todo, Eminencia: si una chica joven, casi una niña, virgen y recién casada, tiene que explicarle a su marido que ha quedado embarazada, y es obvio que el Hijo no es suyo, lo más sensato es que acuda a la Sanidad pública para abortar. Para este viaje no hacían falta alforjas.

Y perdone Su Eminencia Reverendísima que no siga desgranando el manifiesto que tanta admiración hubiera causado a Nuestra Madre La Virgen, pero es que se me están revolviendo las tripas. Pero seamos positivos, Eminencia: si esta huelga la apoya S.M. La Reina de España ¿no ha de apoyarla la Diócesis de Madrid-Alcalá? Pues eso digo yo…


Por cierto, solicito humildemente de Su Eminencia Reverendísima, tramite mi baja como fiel de su Diócesis. Suyo affmo.

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

miércoles, 21 de febrero de 2018

La Paleta

Estoy encantado de ser de Madrid. Mis padres, de Madrid, mis hijos de Madrid y aunque ella nació en Puerto Rico, la familia paterna de mi mujer es de Madrid de varias generaciones. Y uno de los motivos por los que estoy encantado de ser de Madrid, es porque todo esto no le importa a nadie. Si yo hiciera este mismo discurso siendo de Barcelona o de Bilbao, me estaría dando importancia, estaría presumiendo y quedando por encima de charnegos o boronos, que así es como muchos llaman a los que no tienen la suerte de ser como ellos, de haber nacido donde ellos han nacido. Y muchos de esos charnegos y boronos agachan las orejas, se avergüenzan de su origen y se hacen independentistas para hacerse perdonar su indigno origen. En Madrid, no. Aquí nadie te pregunta de dónde eres, de dónde vienes ni a dónde vas. Aquí cada cuál es de su padre y de su madre y tiene el mismo derecho que los demás a buscarse la vida. Punto. Como en tantos otros lugares de España.

Y no es que aquí no haya venido gente de fuera con los mismos complejos que a las otras grandes ciudades, que también los hay, cómo no. Aquí se llaman paletos, garrulos, palurdos… y un montón de sinónimos más. La diferencia fundamental es que en Madrid (como en tantos otros lugares de España), para utilizar ese calificativo con alguien, no se hace por su origen sino por su ignorancia y sus complejos. Tendría narices calificar de paleto a Juan Ramón Jiménez, a José María Pemán o a Severo Ochoa. Si tú no te minusvaloras, nadie te desprecia porque a nadie le interesa de dónde vienes. Tan sencillo como eso. Recuerdo que cuando era niño, en el colegio pasaba mucha envidia porque casi todos mis compañeros tenían “pueblo” y para cada uno de ellos su pueblo era lo mejor y más divertido del mundo. Yo les daba mucha pena porque no tenía pueblo. Al final, todos éramos de Madrid porque todos vivíamos en Madrid y casi todos habíamos nacido en Madrid. Lo normal, nada extraño. Sin embargo, siempre había un paleto que estaba asqueado de vivir en Madrid, odiaba Madrid y todo le parecía una mierda al lado de su pueblo… pero no se iba a vivir a su pueblo.

Cuando le gente normal que vivía en Madrid normalmente, volvía a su pueblo, se alegraba de hacerlo y si podía ayudar a otros a trasladarse a Madrid, lo hacía encantada. Y normalmente, cuando aquél paleto lleno de complejos volvía a su pueblo, con su mamá paleta, que en Madrid se pasaba el día encerrada en casa porque le daba vergüenza que se supiera que venía de un pueblo, esperando que su hijo volviera del colegio para decirle lo mal que se vivía en Madrid. Cuando volvían al pueblo digo, la reacción solía ser la inversa: La mamá paleta despreciaba a sus amigas de la niñez porque no vivían en Madrid; se vestía con su ropa más llamativa para que se viese de dónde venía; se avergonzaba de hacer la matanza que toda la vida se había hecho en su casa; hablaba remarcando mucho las sílabas; y presumía de saber muchas más cosas de las que en realidad sabía. Lo que quería que se viese es lo bien que les iba y cómo habían triunfado. Lo malo es que, no teniendo argumentos para demostrar eso, lo único que podía hacer era despreciar a los suyos. Y para eso, les daba lecciones de lo que se hacía en la capital, de lo que se decía y de cómo había que decirlo. Al final, era una pobre desarraigada, un pobre diablo que no estaba a gusto en ninguna parte y que a todas partes llevaba su amargura y sus complejos. Ni cabeza de ratón ni cola de león.

“La actriz Penélope Cruz ha mostrado su desacuerdo con el machismo que, a su juicio, transmiten los cuentos infantiles y ha contado en una entrevista a la revista Porter Edit que cuando lee estos relatos a sus hijos, cambia los finales. En una extensa entrevista, la ganadora de un Oscar enfatiza en la importancia que tienen los cuentos de hadas para los niños ya que "son las primeras historias que los hijos escuchan de boca de sus padres"."Cuando leo cuentos de hadas a mis hijos por la noche, siempre estoy cambiando los finales, siempre, siempre, siempre, siempre. Que le jodan a Cenicienta, a la Bella Durmiente y a todas las demás. Hay mucho machismo en esas historias y eso puede tener un efecto en la forma en que los niños ven el mundo. Si no tienes cuidado, empiezan a pensar: 'Ah, entonces los hombres deciden todo'", explica. La actriz es madre de Leo, de 7 años, y de Luna, de 5.

Por ello, según asegura, sus heroínas rechazan propuestas de matrimonio o hacen las propuestas ellas mismas. "En mi versión de Cenicienta, cuando el príncipe dice: '¿Quieres casarte?', ella responde: 'No, gracias', porque no quiero ser una princesa. Quiero ser astronauta o chef ", ejemplifica.” 

EL PAÍS, 21 de Febrero de 2018.


Está claro: todas las princesas están casadas; y todas las astronautas y las cocineras, solteras. Y todas las paletas ignorantes, amargadas. 

Gonzalo rodríguez-Jurado Saro

sábado, 10 de febrero de 2018

Qué brecha

Dicen los conspiranoicos que existe una especie de élite mundial. Un gobierno de poderosos en la sombra que decide lo que va a suceder en el mundo a corto y medio plazo, y que manipula gobiernos, grandes compañías multinacionales, medios de comunicación y mercados financieros. Que manejan incluso la opinión mundial. Unos lo llaman Club de Bildelberg, otros iluminatti, otros Trilateral, Foro de Davos, Club de Roma y hasta hay quien lo llama masonería. Tonterías. Yo creo que el hecho de que a todos los medios de comunicación, a todos los gobiernos, a todos los “artistas” del cine, a todas las modelos, a todos los partidos políticos y a todo el que tenga algo que ver con el Poder, les dé por una misma cantinela simultánea en todo el mundo, es pura coincidencia. Cosas de la globalización. Me Too, por ejemplo.

Pues ahora a todo el mundo le ha dado, no por exaltar de manera irracional a la mujer, sino por rebajar, degradar y despreciar al hombre, llegando incluso a representarlo como un cerdo. Y no es broma, que ayer mismo, en la Semana de la Moda de Nueva York, hubo un desfile de moda en el que las modelos, mujeres maltratadas, iban acompañadas de un hombre con careta de cerdo. No por ser su maltratador, sino por ser hombre, supongo. O el ya mencionado en otro artículo, anuncio de la Junta de Andalucía, donde igualmente el hombre aparece como un cerdo. Cosas de la globalización, insisto. Me Too.

Pues ahora, si sabes lo que te vale, si quieres ser alguien y participar en tertulias, conferencias y debates, aunque sea de oyente, tienes que saber lo que es La Brecha. Así, sin más. Y no se te ocurra preguntar qué es la brecha porque serás señalado, reprendido y te afearán la conducta. Por si no lo sabe usted o por si usted no es un ciudadano debidamente global, le explico que La Brecha es la ignominiosa, humillante e inadmisible diferencia salarial entre los hombres y las mujeres. Así, sin más. En España y en el resto del mundo, podemos afirmar sin miedo a equivocarnos, que a la mujer se le paga menos sueldo que al hombre por un mismo trabajo. Y a pesar de eso, los empleadores, que son tontos, siguen contratando hombres. Inexplicable pero cierto. Tan inexplicable como que yo, que como digo siempre, soy togagüevos, me he ido a consultar las cifras. Y como en un debate sobre un artículo anterior ya salió este tema, me perdonará usted que me auto cite:

“Jamás me han ofrecido un 20% más de sueldo que a ninguna mujer. Es más, si eso fuese cierto, los hombres no encontraríamos ningún trabajo. El 15,7% del empleo en España es empleo público ¿conoce usted un solo caso de empleada pública que cobre un 20% menos que un compañero del mismo nivel? Yo tampoco. El 17,89% de los empleados en España son autónomos ¿Conoce usted a alguien que pague menos a un autónomo si es mujer que si es hombre? Yo tampoco, el autónomo cobra a trabajo hecho y según el presupuesto que haya pasado. Del resto del empleo, un 39,6% son micoroempresas, de 1 a 9 trabajadores, donde no creo que el criterio de selección sea el sexo, como mucho el parentesco; un 5% medianas, de 10 a 49 trabajadores, donde me parece complicado que se pueda mantener una diferencia salarial de un 20% entre gente que hace un mismo trabajo a diario, codo con codo; un 0,8% de medianas y un 0,2% de grandes. Por muchas cuentas que echo, la diferencia salarial entre hombres y mujeres tendría que ser tan bestial en las medianas y grandes empresas, que no sería creíble que una sola mujer trabajara allí. A ver si va a ser que los empleos mejor pagados son los menos demandados por las mujeres: por ejemplo, en ingenierías la proporción hombres-mujeres es 80/20%; en seguridad, ejército, policía, etc. por ahí anda; en la pesca, ni hablamos; la mina, no se cuenta... Si preguntamos entre los profesionales mejor pagados, también hay diferencias notables: controlador aéreo: 1/3 de mujeres; piloto, 3% de mujeres; directores de grandes empresas 79/21%; notario en cambio, ya deben andar al 50-50; y en la última promoción de registradores de la propiedad, el 80% eran mujeres; cirujanos, 70-30 a favor de los hombres... ahí tiene usted su 20%

Recientemente decía Ana Botín, por cierto, mujer y Presidenta del banco más grande de España y uno de los más grandes del mundo, que cuando busca una mujer entre los candidatos para destinar a alguien a un país lejano, no suele encontrarla. La muy machista.

¿Pues sabe usted lo que le digo? Que a pesar de todos esos datos manipulados y hetero patriarcales, le brecha existe. Y se lo voy a demostrar: ante un mismo empleo, cobran mucho menos sueldo una policía en Madrid que un mozo de escuadra en Casteldefells; una médico en la sanidad pública de Extremadura, que un médico en la sanidad pública vasca; una profesora de Castilla y León, que un profesor en Baleares…


Efectivamente, al menos en España, la verdadera brecha salarial no es la que diferencia el sueldo de los hombres y las mujeres, sino la que ante idéntico trabajo paga sueldos con diferencias de hasta un 20% entre comunidades autónomas. Eso por no hablar de las irritantes diferencias de sueldo ante un mismo trabajo, si desarrollas ese trabajo desde antes de la crisis o si te lo han ofrecido después. Ahí las diferencias llegan hasta el 50 y el 60%. Pero esa no es La Brecha que nos interesa, qué le vamos a hacer.

domingo, 28 de enero de 2018

Neither me

Pues ante el muchas veces cínico y manipulador “Me Too” (yo también) de las actrices de Hollywood, propongo el “Neither Me” (yo tampoco). Por supuesto que condeno, como por otra parte he hecho toda mi vida, cualquier tipo de acoso sexual. Quien haya tenido la paciencia de leerme estos últimos años, no podrá tener ninguna duda. Pero no por eso dejo además de condenar que sobre tan delicado asunto, se monte una campaña a la que se suman complacientes, individuas e individuos a los que jamás nadie ha acosado o que simplemente se han servido de sus encantos para llegar donde están. Pero siendo esto inmoral, lo que peor me parece es aprovechar modas y consignas orquestadas, para humillar o injuriar a otras personas. Personas que en muchos casos te han ayudado en tu carrera. Porque decir que a mí me han acosado, querida señora, supone decir que hay un indeseable suelto por el mundo que puede hacer lo mismo con otras mujeres, y al que por tanto hay que señalar con su nombre y apellidos. No basta, señora mía, con dejar entrever que todos los hombres son unos acosadores. Ni aun cuando eso suponga un notable beneficio para su carrera, porque el productor de turno está viendo cómo sigue usted sus consignas… y de paso hunde al productor que le hacía la competencia a él. Usted no se puede servir de la desgracia y la humillación de las mujeres que sí han sufrido acoso, para canalizar su carrera. Eso está muy feo.

Pero si esto es grave, más grave todavía es la miseria moral de los que aquí en España, asumen las campañas procedentes del otro lado del Atlántico y, con una absoluta falta de base cultural, las intentan imponer a machamartillo. Mire usted, señor lacayo de la muy racista y machista industria del cine en Hollywood: mientras en su admirado inframundo del cine americano, así como en el conjunto de la cultura WASP de Norteamérica (white anglo-saxon protestant – blanco anglosajón y protestante), se ve como algo asqueroso el contacto físico, y si te presentan a alguien apenas te da la mano si puede evitarlo, aquí nos tocamos, nos abrazamos y nos besamos con bastante naturalidad y sin que ninguna mente enferma piense nada raro; mientras en EEUU, las fiestas locales consisten en el desfile, separados a más de dos metros de bomberos, policías, majorettes, equipos de beisbol y asociaciones de la comunidad, aquí nos apiñamos en una plaza en la que no cabe un alfiler, saltando, gritando y regándonos con buen vino. Pruebe usted a hacer eso en los EEUU. Mientras aquí nos miramos a los ojos cuando hablamos, de manera interrogante, altanera o incluso desafiante, allí el contacto visual puede ser hasta ofensivo. Sin embargo, ahora hay que celebrar los sanfermines con oficinas de denuncia de acoso. Acoso que por supuesto tiene que ser interpretado por la acosada. Es decir, quiero meterme a ver el chupinazo de Pamplona, delante la casa consistorial, donde no cabe un pelo, pero si me toca alguien, ya interpretaré yo con qué intención lo ha hecho. Pues mire usted, la otra opción es que vea usted el chupinazo sentada tranquilamente en el sofá de su casa.


Por supuesto, no estoy defendiendo actos puntuales y asquerosos, como el conocido caso de la más que probable violación en grupo de una chica en San Fermín. Tampoco niego que haya patosos que aprovechan cualquier aglomeración para dar cauce a sus reprimidos deseos, líbreme San Fermín. Pero desde luego no condeno a nadie de antemano, esa es tarea del juez y no me da ninguna envidia, que para meter a alguien en la cárcel hay que estar muy seguro de que lo merece. Y no, como se puede deducir después de leer este artículo, no pienso apoyar la campaña de  satanización de los hombres, diseñada y ejecutada, no para proteger a las mujeres, sino para hundir la carrera de quien se ponga por delante de quien no debe ponerse. Yo no me presto a manipulaciones. Yo tampoco, neither me.

sábado, 20 de enero de 2018

UN BUEN PIROPO

Pues éramos pocos y parió la abuela. Ahora resulta que no vale solo con inventarse cargos e instituciones, eso sí, debidamente remunerados, para expandir el Pensamiento Único Obligatorio. Resulta que es que además opinan y te dan directrices de lo que debes y no debes pensar o decir. Y por supuesto, una de las banderas del Pensamiento Único Obligatorio es la superioridad moral -y no solo moral, que también legal- de las mujeres. Pues parece ser que dos instituciones tan necesarias y tan útiles para la sociedad que las paga, como son el Instituto Andaluz de la Mujer y el Instituto Andaluz de la Juventud, han sacado una campaña, no para prohibir o erradicar los piropos, no. Directamente para equiparar a los hombres -sí, a todos los hombres y ahora explicaré por qué- con cerdos, buitres, gallos, pulpos y otros animales igual de adorables. Y digo a todos los hombres, porque el hecho de que solo se caracterice a hombres como ese tipo de animales, implica que tales comportamientos son exclusivos de los hombres. No de todos, ahora sí, pero solamente son hombres los que pueden adoptar tales comportamientos. ¿Y las chicas que dicen piropos a los chicos? ¿Ellas no son cerdas, ni cornejas? ¿Quizá son zorras para vuestra estricta moral talibán? Pero es que hay más ¿Si un hombre dice un piropo a otro hombre es un gallo, un pulpo o una mariposa? ¿Cómo debemos calificar ese libertino ataque, señores ayatolahs, guardianes de las esencias?

Vamos a ver: un piropo, lo que se llama un piropo, es decir una exclamación laudatoria que se realiza al paso de una persona (o persono) desconocida (o desconocido), puede ser: sutil, halagador, sorprendente, impactante, imprevisto, improvisado, inoportuno, desagradable, insultante, impresentable u ofensivo. Ponga cada cual todos los adjetivos que quiera poner entre cada uno de estos, hasta llegar a una escala de cientos de adjetivos. Y luego elija cada quién el punto en el que un piropo deja de ser un halago, agradable o solamente tolerable, para pasar a ser algo intolerable. En lo que sí que espero que estemos de acuerdo es en que ninguno de estos comportamientos es criminal. Sencillamente responde cada uno de ellos al nivel de educación y buen gusto de quien los pronuncia. Lo malo es que la educación y el buen gusto no son iguales para todos, qué le vamos a hacer. Pero claro, pretendemos erradicar sin contemplaciones de nuestros planes de educación la cortesía y la urbanidad, por considerarlos obsoletos, rancios y franquistas, y luego pretendemos imponerlos por ley. Por ejemplo: ¿Qué puede tener de reprobable que yo le diga a mi mujer que le siente estupendamente su peinado? Nada, supongo. Pero ¿y si se lo digo a una buena amiga? ¿y a una conocida? ¿Y a una compañera de trabajo? La pregunta no es dónde está el límite sino quién pone el límite. En otros tiempos menos mojigatos y menos intolerantes, diríamos que los límites los ponen la buena educación y el saber estar, lógicamente. Pero es que ahora resulta que los mismos que se han cargado la buena educación y el buen gusto, tanto en los planes de educación, como en los espectáculos o en los medios de comunicación, son los que vienen a imponer lo que se puede decir, cómo se puede decir y lo que se debe pensar. Vayan, por lo que a mí respecta, a escardar cebollinos en mal hora, que no he de echarles de menos.


Pero sobre todo, hay algo que me preocupa mucho: esta chusma se cree con derecho a decirnos lo que podemos hacer, lo que podemos expresar y cómo debemos expresarlo. Pero siendo grave esto, lo más grave de todo es que nos callamos y miramos al suelo con mirada ovejuna y rebañega. Y si nos preguntan, damos la razón a quienes vienen a reñirnos, a afearnos la conducta y que reneguemos de nuestra educación y de la de nuestros padres. Pues por mi parte, me declaro en rebeldía, levanto la bandera de la insurrección, y abro el banderín de enganche de los que quieran alistarse a la lucha contra la imposición. Es más, si en el transcurso de mi batalla contra los molinos de viento, tengo que afrontar en lucha singular a la cabeza del ejército de los gigantes, a la muy temible y abominable Susana Díaz, ponderaré su belleza y después le exigiré que rinda todo su ejército… Y es que, créanme, no hay nada como un buen piropo.

martes, 9 de enero de 2018

Cabos sueltos

Vaya por delante que mi opinión sobre la Guardia Civil, sobre nuestra querida Guardia Civil, es de admiración, de respeto y, sobre todo, de agradecimiento. De agradecimiento por los centenares y miles de muertos que no han dudado en poner su cara, su cuerpo, su seguridad y la de su familia delante del peligro para protegernos. Tanto en el mar como en la montaña, en la carretera o delante de los pasamontañas cobardes que tapan la cara de sanguinarios asesinos. Nada que reprochar, repito. Todo agradecimiento. Que alguna vez podamos pensar que han ido a “cazarnos” porque hemos entrado a 150 Km/h en un pueblo en el que había que ir a 70; porque se nos haya “olvidado” el seguro de la escopeta; o porque nos estuvieran esperando en un cambio de rasante, no quiere decir que no sepamos poner los pros y los contras en una balanza.

En la reciente resolución del macabro asesinato -y todavía no sabemos si algo más- de Diana Quer, hay mucha gente que se tiene que tentar la ropa. En primer lugar, los periodistas (no todos, claro) que se han dedicado a dar carnaza a los perros, aireando las relaciones personales de la familia, la separación de sus padres y hasta el tamaño del pantalón de la pobre chica. En segundo, la jauría insaciable de consumidores de morbo, realities y telebasura en general, que ha devorado agradecida la carroña que le echaban. Y en tercero, la Guardia Civil. Sí, señor, la Guardia Civil. Pero no el sacrificado guardia que ha batido metro a metro los sembrados, las radas, las charcas, los pozos y los caminos. Ni el paciente científico, que ha robado horas al sueño en su laboratorio hasta dar con la pista correcta.  Ni los técnicos, que han luchado contra reloj para desentrañar los secretos de su teléfono. Ninguno de ellos, pero sí alguien en la Guardia Civil, ha dejado algunos cabos sueltos.

Solo dos preguntas: si el día 26 de noviembre, ya no había ninguna duda de que un frío y desalmado violador apodado El Chicle había hecho desaparecer su cuerpo ¿Cómo es posible que un par de voluntarios tuvieran que salvar de la violación y posible asesinato por parte de El Chicle a una chica, el día 25 de diciembre? No entro ni salgo en si ya podía o no podía estar detenido ¿pero no debería estar vigilado o al menos controlado? Lo digo porque igual que pudo intentar violar, pudo intentar escapar. De que el pájaro es un confidente de la Guardia Civil, no tengo la más mínima duda. De lo que tengo dudas, es de cuál es el trato que se debe dar a este tipo de sujetos. Si se les debe dejar delinquir tranquilamente o se les debe poner algún límite. Y esto me lleva a la segunda pregunta ¿Cómo es posible que haya “decenas” de casos de violaciones y agresiones de todo tipo a chicas en una sola comarca y hayan quedado sin investigar? ¿A nadie le alarma esta situación? ¿O es que los gallegos tienen la fea costumbre de violar y pegar a las niñas que se encuentran por los caminos?

Ni acuso ni tengo la más mínima intención de sembrar dudas, pero cuando vi el despliegue de medallas, tricornios y estrellas de jefes y oficiales, me pareció que algo no estaba en su sitio. No es costumbre de la Benemérita, al menos de la que yo conozco, respeto y admiro, salir a recoger ovaciones como los artistas. Algún cabo suelto hay.


Por cierto, y esto ya es del negociado del juez ¿vamos a volver a ver, como en el caso de la pobre Anabel Segura, cómo se libra de la cárcel una encubridora -coautora, en aquél caso- alegando que es que “tenía mucho miedo” de su marido? ¿o vamos a volver a ver cómo los confidentes tienen licencia para matar?