jueves, 6 de julio de 2017

Carta a un héroe

Querido Gonzalo:

Perdona en primer lugar la confianza, puesto que no nos conocemos de nada. Sin embargo, te sorprenderías de lo cerca que nos ha colocado la vida, uno del otro. Aparte de llamarnos igual, claro. Conozco a tu madre, a tus tías y a tus abuelos desde que tengo memoria, allá por los primeros años ochenta del siglo pasado, en La Granja. Especialmente con tu tía Ana, me une una enorme amistad desde entonces. Porque las amistades de niñez, toalla y piscina; de bicicleta, mochila y chocolatada; de salida del colegio y de primeras fiestas, son para siempre. Imagino que tú lo sabrás igual que yo. Son esas amistades que, aunque lleves años y años sin verte, el día que te encuentras parece que no han pasado más de quince días.

Pero lo cierto es que no te escribo para contarte mi vida ni la de tu familia, que la primera entiendo que no te interesa nada, y la segunda te la sabes mejor que yo. No, con esta carta lo que quiero es expresarte mi más absoluta admiración. Precisamente a través de tu tía Ana, he tenido acceso a tus crónicas a través de Facebook ( https://www.facebook.com/gonzalo.perales?fref=nf ), en las que día a día cuentas tu experiencia como paciente oncológico.

“Eso es un hombre”. Es lo único que he podido escribir después de leerte. Porque aunque no te lo creas, o no te parezca una machada lo que estás haciendo, tu comportamiento y tu actitud son las de un auténtico héroe. Porque un héroe, Gonzalo, no es un bombero o un policía. Esos son personas que están física y  psicológicamente preparados para afrontar situaciones muy difíciles. Solo algunos de ellos, de vez en cuando, sacan un comportamiento heroico. Lo mismo que un médico, un piloto o un tío que va por la calle con su patinete. Un héroe no es el que no tiene miedo, que va. Es aquél que es capaz de afrontar el peligro y la inseguridad, sentir el miedo que cualquiera puede sentir, y no darle la espalda. Esquivarlo, ver por dónde viene y hacerle un quiebro. Son los que salvan la propia vida y la de los demás. Con mucho más mérito aún, si ese desafío tiene como fin tranquilizar a los tuyos. Que tu familia y tus amigos vean que están más seguros detrás de ti que a tu lado. Que no sean capaces de consolarte y tranquilizarte, porque eres tú quien les consuela y les tranquiliza a ellos.


Querido Gonzalo, con gente como tú, el cáncer tiene los días contados. Porque al cáncer se le vence con prevención, tratamiento, quimio y trasplantes. Pero sobre todo, con la cabeza. De nada vale ninguno de esos recursos si nos entregamos antes de empezar a luchar, pero para luchar hace falta ser muy valiente. Hace falta ser un hombre, nada menos que todo un hombre. Mucha suerte y no dejes de contarnos tu experiencia, por favor.

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

No hay comentarios:

Publicar un comentario