viernes, 30 de junio de 2017

¡Que no son podemitas!

Solamente con escribir la palabra saltan todas las alarmas, chirrían todas las juntas y hasta la gramática de Word te regaña. Y con razón. En este mundo de iletrados, ignorantes y ágrafos, perece ser que no hace ninguna falta saber escribir para poder hacerlo en los medios de comunicación. Con saber leer un poco, vale. Y con saber leer, me refiero a saber juntar las letras, no a saber lo que significan.

Y es que no puedo más, me rindo. No soporto ni un minuto más  ver cómo se llama “podemitas” a los seguidores de Podemos en todos los medios de comunicación. Una vez más, reitero ¿es que nadie pregunta a un periodista cuando le contrata para una radio, un periódico o una televisión, si sabe hablar, leer y escribir? Pues parece que no, mire usted. También es verdad, que con la cantidad y calidad de analfamerluzos que hay en la Real Academia Española de la Lengua, cualquier estupidez que se publique, se acepta en el Diccionario porque se considera del “habla habitual de la gente”. Qué le vamos a hacer, tendrá que ser así.

En todo caso, cuando alguien me habla de un “podemita”, entiendo que me están contando el caso de uno que nació en el planeta Podemos. Porque eso y no otra cosa es lo que significan en castellano los sufijos –ito e –ita. Aparte de las correspondientes terminaciones del diminutivo, claro. Es origen, geográfico, cultural o étnico lo que los mencionados sufijos señalan: de Israel, israelita; de la rama chií, del Islam, chiita; de Moscú, moscovita; de la colina del Areópago en Atenas, areopagita, como el “célebre” discípulo de San Pablo, Dionisio Areopagita… y del planeta Podemos, “podemita”. Claro, no puede ser de otra manera.


Existe en cambio, sorpréndase usted, un segundo sufijo, parecido pero no igual al anterior, que sirve para señalar la pertenencia o afinidad hacia un grupo. Se trata del sufijo –ista. Y aunque lo parezca, tiene poco que ver con el grito con el que las masas enfervorecidas recibían a José Luis Rodríguez Zapatero: “ista, ista, ista, Zapatero feminista”. No, esto es otra cosa. Más seria, creo yo. Y es que, aunque usted no lo crea, si yo digo que soy madridista, estoy diciendo que soy seguidor del Real Madrid; en cambio, si digo que soy socialista, lo que estoy tratando de explicar es que estoy de acuerdo con las teorías del socialismo; y si digo que soy europeísta es que soy  partidario de reforzar las instituciones europeas. También puedo decir que soy peronista porque me gustasen las obras de Perón y de Evita; o incluso progresista porque soy partidario del progreso frente a los demás, que lo que quieren es que todos nos arruinemos.  Un segundo significado sería el que hace referencia a la práctica de un deporte o a la utilización de algún instrumento: futbolista, tenista, maquinista, trompetista… Pero para el caso que nos ocupa quedémonos con la primera opción, que aunque sean podemistas, hay muchos que parecen de otro planeta.

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro

martes, 20 de junio de 2017

Los dineros de Cristiano Ronaldo

Juro que jamás atiendo las noticias cuando hablan de deportes. Y no lo hago entre otras cosas, porque me considero engañado cuando me anuncian que van a hablar de deportes y de lo único que hablan es de fútbol. Tampoco es que yo sea un deportista empedernido, de esos que llenan las Urgencias de los hospitales todos los fines de semana. Si acaso, un par de horas de boxeo a la semana y sin exagerar, que ya no está uno para dar disgustos ni para llevárselos. El caso es que como aquí lo de ver o no ver el fútbol no es optativo, y menos aún si estás en un bar, en un taxi o en algunas casas particulares, al final acabo viendo, oyendo y hasta comentando las noticias del fútbol. Bueno, para ser más precisos, las noticias sobre la ropa, sobre el peinado, sobre el dinero o sobre la vida sexual de futbolistas, entrenadores, presidentes y miembros de las juntas directivas. Porque esas son las noticias del fútbol. Parece ser, que porque es “lo que interesa”. Aviados estamos.

Tenemos unos deportistas y unos entrenadores excepcionales en casi todos los deportes. Sin embargo, parece que lo único relevante en el deporte español en los últimos tiempos, no tiene nada que ver con Rafa Nadal ni con Roland Garros. Lo realmente relevante para el deporte español, señores, es que a Cristiano Ronaldo le ha acusado Hacienda de no haber pagado algo que le correspondía pagar. Como he dicho en otro lugar, el problema es que en España la Hacienda es confiscatoria y si te acusa, eres tú quien tienes que demostrar tu inocencia y no el inspector acusica. Y lo que es peor, esa acusación muchas veces es preventiva, para ver si te pillan en algo, o para ver si no sabes que no te pueden acusar de nada. Un panorama desolador, vaya. Que Cristiano Ronaldo tenga parte de su inmensa fortuna en España, en mi opinión honradamente ganada, es un privilegio para nosotros. Y me parece muy poco acertado intentar quitársela, porque se la llevará a otro lugar donde no le metan la mano en la caja. Pero es que de lo de Leo Mesi, opino exactamente lo mismo. Lo que me parece patético, es escuchar a los mismos que hace quince días pedían un patíbulo y una soga para Mesi, acusando ahora de persecución a Hacienda. Ahora no, ahora se trata de algo “distinto”. Hasta tal punto, que una ciudadana ha abierto una petición en la plataforma Change.org, para pedir firmas con el fin de que le sea condonada la deuda a Crisitano. No para que se haga justicia; no para que se revise el expediente ni para que se haga una interpretación favorable de la norma, no. Para que no tenga que pagar lo que en su opinión, debe. Eso es tanto como decir: perdónenle a este señor su deuda, que ya cargamos los demás con ella. Hacienda no es mala, el que ha sido malo es Cristiano, pero ya no lo va a volver a hacer más.

Desgraciadamente, el fútbol ha dejado de ser un deporte de equipo para convertirse en un espectáculo de once estrellitas. Once diosecitos a los que adorar, en los que proyectar nuestras frustraciones y a los que llorar para que nos consuelen con sus jugadas,  cuando algo va mal. Once pim-pam-pumes a los que vapulear, insultar y vejar cuando son del equipo contrario -o no-, y nuestro jefe, nuestro cliente, nuestro marido o nuestra mujer, nuestros hijos o el director de la sucursal, han decidido hacernos la vida imposible. Nada que objetar, pero que no me lo vendan como “deporte”. El deporte es otra cosa: es superación, esfuerzo, sacrificio… pero sobre todo, es respeto por el adversario. Algo que se ve muy poquito, no sé si en los estadios, porque no voy y lo que se ve en la televisión me parece aberrante, pero desde luego en las televisiones, en las radios y en las tertulias. Tanto en las particulares como en las públicas.

Soy consciente de que haber escrito esto me puede costar que me acusen hasta de la muerte del general Prim, en la calle del Turco. Pero que nadie lo tome a mal. No me interesa el fútbol, me preocupa lo simples que somos muchas veces. El buenismo.


Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro