Parece ser que en esta
nuestra bendita sociedad de la-imagen-por-encima-de-todo, lo de ser joven es un
factor no solo positivo a la hora de buscar trabajo, sino excluyente. Es decir,
aquí nadie se lee tu currículum si no pone que has nacido después del 89. De donde
no entiendo para qué quieren saber tu experiencia, si de lo que se trata es de
que no tengas experiencia. Igual es para pagarte menos, pero no quiero ser mal
pensado. Y en todo caso, no quiero desilusionar a cuantos viven obnubilados en
su juventud creyendo que esta es eterna, pero sin saber que cuando vales por la
edad no tienes experiencia y que cuando tienes experiencia no vales por la edad.
Lo que sí es cierto es que con
tanta obsesión por la imagen, hemos llegado al candidato florero. Es decir aquél
que “da la imagen”… aunque sea lo único que de. Y no solo en las empresas, que
también en la vida pública ocurre esto. De hecho ¿Sabe usted que para elaborar
las listas de las próximas elecciones municipales y autonómicas, en lugar de
mirar lo que tienen los posibles candidatos en la cabeza, se va a mirar lo que
tienen entre las piernas? Pues eso y no otra cosa es lo que hay que hacer para
cumplir la norma de que las listas electorales deben ser
chico-chica-chico-chica… Y luego nos quejamos de que no se escogen honrados. Pero
claro, si es más importante su sexo que su honradez, habrá que primar el sexo;
y si es más importante su edad que su honradez, habrá que primar el sexo y la
edad por encima de la honradez; y si además es más importante su imagen que su
honradez, habrá que primar el sexo, la edad y la imagen por encima de la
honradez. Estupendo, ya tenemos unos representantes superguays, pero luego no nos quejemos.
No nos quejemos si cuando le
preguntan a un candidato por sus ideas o sus principios, responde como las
modelos cuando les intentan hacer pasar por intelectuales: “Yo lo que quiero es que en el mundo no haya
tantas injusticias y que esos pobres niños no pasen hambre y que se acaben las
guerras para siempre…” Ya ¿pero alguna idea para conseguirlo? Porque es que
claro, por una cuestión de estadística, es bastante posible que en cada lista
haya un candidato que además de joven y guapo sea inteligente. Lo que ya es
menos probable es que además sea culto. Y esto ya no es por culpa de las
estadísticas ni de nadie más que nuestra: si nos hemos pasado más de treinta
años contemplando impasibles cómo se desmontaba todo el sistema educativo en
España, no querremos ahora que las víctimas de ese sistema encima sepan algo.
Así, no nos puede extrañar
que una joven apparatchik del PSOE se
descuelgue con el discurso arriba citado y arrase en todas las redes sociales;
o que el hijo de un tío que lleva ocupando cargos de confianza en la
Administración pública desde los gobiernos de la UCD, se haga famoso llamando
despectivamente Casta a los que ocupan cargos de confianza en la Administración pública; o que finalmente un
pipiolo de veintipocos pueda hablar con partidos, sindicatos, empresarios o
intelectuales diciendo que lo hace en nombre de La Corona, de la Presidencia
del Gobierno o del CNI. Claro, que si una organización de tan alta
especialización técnica, con un presupuesto anual de más de doscientos millones
de euros y con todos los canales de información del Estado a su alcance, es
incapaz de enterarse de que un niñato anda por ahí negociando en su nombre, no
sé si lo mejor es poner al niño a dirigirles ¿O sí lo sabían?
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