jueves, 20 de noviembre de 2014

De talegones, errejones y pequeños nicolases

Parece ser que en esta nuestra bendita sociedad de la-imagen-por-encima-de-todo, lo de ser joven es un factor no solo positivo a la hora de buscar trabajo, sino excluyente. Es decir, aquí nadie se lee tu currículum si no pone que has nacido después del 89. De donde no entiendo para qué quieren saber tu experiencia, si de lo que se trata es de que no tengas experiencia. Igual es para pagarte menos, pero no quiero ser mal pensado. Y en todo caso, no quiero desilusionar a cuantos viven obnubilados en su juventud creyendo que esta es eterna, pero sin saber que cuando vales por la edad no tienes experiencia y que cuando tienes experiencia no vales por la edad.

Lo que sí es cierto es que con tanta obsesión por la imagen, hemos llegado al candidato florero. Es decir aquél que “da la imagen”… aunque sea lo único que de. Y no solo en las empresas, que también en la vida pública ocurre esto. De hecho ¿Sabe usted que para elaborar las listas de las próximas elecciones municipales y autonómicas, en lugar de mirar lo que tienen los posibles candidatos en la cabeza, se va a mirar lo que tienen entre las piernas? Pues eso y no otra cosa es lo que hay que hacer para cumplir la norma de que las listas electorales deben ser chico-chica-chico-chica… Y luego nos quejamos de que no se escogen honrados. Pero claro, si es más importante su sexo que su honradez, habrá que primar el sexo; y si es más importante su edad que su honradez, habrá que primar el sexo y la edad por encima de la honradez; y si además es más importante su imagen que su honradez, habrá que primar el sexo, la edad y la imagen por encima de la honradez. Estupendo, ya tenemos unos representantes superguays, pero luego no nos quejemos.

No nos quejemos si cuando le preguntan a un candidato por sus ideas o sus principios, responde como las modelos cuando les intentan hacer pasar por intelectuales: “Yo lo que quiero es que en el mundo no haya tantas injusticias y que esos pobres niños no pasen hambre y que se acaben las guerras para siempre…” Ya ¿pero alguna idea para conseguirlo? Porque es que claro, por una cuestión de estadística, es bastante posible que en cada lista haya un candidato que además de joven y guapo sea inteligente. Lo que ya es menos probable es que además sea culto. Y esto ya no es por culpa de las estadísticas ni de nadie más que nuestra: si nos hemos pasado más de treinta años contemplando impasibles cómo se desmontaba todo el sistema educativo en España, no querremos ahora que las víctimas de ese sistema  encima sepan algo.

Así, no nos puede extrañar que una joven apparatchik del PSOE se descuelgue con el discurso arriba citado y arrase en todas las redes sociales; o que el hijo de un tío que lleva ocupando cargos de confianza en la Administración pública desde los gobiernos de la UCD, se haga famoso llamando despectivamente Casta a los que ocupan cargos de confianza en la Administración pública; o que finalmente un pipiolo de veintipocos pueda hablar con partidos, sindicatos, empresarios o intelectuales diciendo que lo hace en nombre de La Corona, de la Presidencia del Gobierno o del CNI. Claro, que si una organización de tan alta especialización técnica, con un presupuesto anual de más de doscientos millones de euros y con todos los canales de información del Estado a su alcance, es incapaz de enterarse de que un niñato anda por ahí negociando en su nombre, no sé si lo mejor es poner al niño a dirigirles ¿O sí lo sabían?

Gonzalo Rodríguez-Jurado Saro


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